La Guerra Fría entre la URSS y EEUU nos trajo dos cosas. Una de ellas es la carrera espacial que desembocó en la llegada del hombre a La Luna y un buen montón de planes a cuál más alocado, muchos de ellos olvidados hoy día. Uno de esos planes curiosos consistía en construir alrededor de La Tierra un anillo artificial al estilo Saturno. ¿Increíble? Hablamos de la Guerra Fría y en esa época cualquier idea podía ser válida.
A la idea en cuestión se le llamó Proyecto West Ford y fue desarrollada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, el famoso MIT que hoy día nos trae tantos inventos increíbles y que ya por aquella época era responsable de este tipo de proyectos avanzados.
Un punto importante durante la guerra fría eran las comunicaciones a larga distancia. Para poner en comunicación dos zonas del planeta muy separadas entre sí se necesitaban cables submarinos muy largos similares a los que usamos hoy día para las comunicaciones a través de Internet. El problema aquí es que estos cables pueden romperse fácilmente, de hecho alguna vez habrás oído alguna noticia en la que una parte del planeta se queda si conexión a Internet por la rotura de uno de estos cables, así que no eran una solución viable, sobre todo si estás en guerra y tu enemigo tiene unos buenos alicates.
La alternativa pasaba por utilizar la ionosfera terrestre para hacer rebotar las ondas de radio a gran altura y conseguir así comunicar dos puntos distantes. Esta técnica se utiliza en la actualidad y es en la que se basa el popular a la vez que polémico HAARP.
Sin embargo, en aquella época el utilizar la ionosfera de esta manera era algo muy poco fiable debido a que una simple tormenta solar puede alterar el funcionamiento de la ionosfera así que ¿por qué no hacerlo a lo grande?
A alguien se le ocurrió la idea de poner en órbita un gran cable de cobre que rodeara todo el planeta y que sirviera como sistema de comunicaciones infalible, alejado de ‘alicates’ rusos e inmune a las tormentas solares.
A pesar de lo fantástica de la idea (en el sentido imaginativo), el proyecto se puso en marcha.
Entre los años 1961 y 1963 se realizaron tres lanzamientos de cohetes que pusieron en órbita 480 millones de mini antenas de cobre de casi 2 cm de largo, lanzadas al espacio de forma que se dispersaran poco a poco formando un gran anillo a una altura orbital de casi 4 kilómetros de altura.
El proyecto resultó con un éxito, sin embargo, parece que la idea no gustó a nadie.
Asociaciones astronómicas como la Royal Astronomical Society protestaron, la ONU protestó y, obviamente, desde la URSS se acusó a EEUU de estar ensuciando el espacio con basura.
La respuesta oficial de EEUU fue que estas mini-antenas acabarían fuera de órbita al cabo de pocos años debido a la acción continua de la luz solar sobre ellas, pero ¿sabes qué? hoy día todavía hay muchas de esas antenas flotando sobre nuestras cabezas y, de hecho, si alguien no lo hubiera parado y otras potencias hubieran seguido el ejemplo quizás ahora nuestro planeta dispondría de un anillo artificial de cobre rodeándolo. [Más info en wikipedia, wired]
A la idea en cuestión se le llamó Proyecto West Ford y fue desarrollada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, el famoso MIT que hoy día nos trae tantos inventos increíbles y que ya por aquella época era responsable de este tipo de proyectos avanzados.
Un punto importante durante la guerra fría eran las comunicaciones a larga distancia. Para poner en comunicación dos zonas del planeta muy separadas entre sí se necesitaban cables submarinos muy largos similares a los que usamos hoy día para las comunicaciones a través de Internet. El problema aquí es que estos cables pueden romperse fácilmente, de hecho alguna vez habrás oído alguna noticia en la que una parte del planeta se queda si conexión a Internet por la rotura de uno de estos cables, así que no eran una solución viable, sobre todo si estás en guerra y tu enemigo tiene unos buenos alicates.
La alternativa pasaba por utilizar la ionosfera terrestre para hacer rebotar las ondas de radio a gran altura y conseguir así comunicar dos puntos distantes. Esta técnica se utiliza en la actualidad y es en la que se basa el popular a la vez que polémico HAARP.
Sin embargo, en aquella época el utilizar la ionosfera de esta manera era algo muy poco fiable debido a que una simple tormenta solar puede alterar el funcionamiento de la ionosfera así que ¿por qué no hacerlo a lo grande?
A alguien se le ocurrió la idea de poner en órbita un gran cable de cobre que rodeara todo el planeta y que sirviera como sistema de comunicaciones infalible, alejado de ‘alicates’ rusos e inmune a las tormentas solares.
A pesar de lo fantástica de la idea (en el sentido imaginativo), el proyecto se puso en marcha.
Entre los años 1961 y 1963 se realizaron tres lanzamientos de cohetes que pusieron en órbita 480 millones de mini antenas de cobre de casi 2 cm de largo, lanzadas al espacio de forma que se dispersaran poco a poco formando un gran anillo a una altura orbital de casi 4 kilómetros de altura.
El proyecto resultó con un éxito, sin embargo, parece que la idea no gustó a nadie.
Asociaciones astronómicas como la Royal Astronomical Society protestaron, la ONU protestó y, obviamente, desde la URSS se acusó a EEUU de estar ensuciando el espacio con basura.
La respuesta oficial de EEUU fue que estas mini-antenas acabarían fuera de órbita al cabo de pocos años debido a la acción continua de la luz solar sobre ellas, pero ¿sabes qué? hoy día todavía hay muchas de esas antenas flotando sobre nuestras cabezas y, de hecho, si alguien no lo hubiera parado y otras potencias hubieran seguido el ejemplo quizás ahora nuestro planeta dispondría de un anillo artificial de cobre rodeándolo. [Más info en wikipedia, wired]
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